CUADERNO LITERARIO DE ANÓNIMO
A.- Y ahora, ¿qué?
B.- Lentejas, macarrones, ciruelas, huevos, más huevos... ¿y de postre?
A.- ¿Tarta de limón? Es complicada de hacer, pero queda bien.
B.- ¡Tarta de limón, qué buena idea! (Sorprendido.) No la hacemos desde lo de Marta.
A.- Marta, ¿qué será de ella?
B- Creo que viajó a África, ya sabes, para olvidar aquello. (Se levanta.) Pero mejor no hablemos de ello.
A.- No entiendo por qué. Tampoco fue tan traumático. Solo se lió con mi mejor amigo.
B.- Eso es una auténtica p... ¡La amistad! ¡Oh, la amistad!
A.- (Sorprendido.) ¿No crees en la amistad? ¿O es solo la amistad entre sexos la que estimula tu escepticismo?
B.- ¿Por qué hablas de escepticismo? La amistad es algo maravilloso que puede desembocar en el cariño más profundo, ¿no crees?
A.- (Asintiendo.)
CUADERNO LITERARIO DE ELENA J.
A.- Y ahora, ¿qué?
B.- Me parece que no llego a la clase de natación, es...
A.- ¡No vayas!
B.- Pero hombre, es que necesito verle, es muy importante. (Haciendo mutis.) Adiós, hasta luego. Nos vemos luego. Que te cunda.
A.- ¿Así te despides? ¿Sin un abrazo? Te creía diferente.
B- ¿Cómo piensas que soy? (Melancólico.)
A.- Creía otra cosa y me he equivocado...
B.- Mira, si necesitas cariño puedes comprarte un perro.
A.- Si lo vendieran el mundo no sería tan bonito, ¡¡putos materialistas!!
B.- No sabéis darle un gesto glorioso que conduzca al amor.
A.- Cuánto amor nos hace falta, qué bonito es el amor y los huertos de tomates.
B.- (Sorprendido. No obstante, qué sodomizado.) La prisión me proporcionó una idea nueva de mí y de mi culo, ¿qué pasa jodido presbiteriano? ¿Nunca has amado de verdad boca abajo?
CUADERNO LITERARIO DE MARISOL
A.- Y ahora, ¿qué?
B.- Pues no sé, dime tú.
A.-Claro, como siempre, aquí estamos en la duda.
B.- ¡Sin solución alguna! (Sorprendido.)
A.- No sé, yo pensé que tú controlabas la situación.
B- Necesito salir del tono de reproche. (Pausa.) Estoy convencida de que podemos arreglarlo con dinero.
A.- Pero ¿qué dices de dinero? Te estoy hablando de no reprochar nada.
B.- Siempre pensaste que tus descomunales testículos te salvarían de todo, ¿no?
A.- (Emocionado.) ¿De verdad? ¿Estás hablando en serio?
B.- Serio, sí. Ser «io», eso es lo que quiero de una vez. «Io» mismo.
A.- Lo único serio que has dicho esta velada es lo mis desproporcionados testículos, ¿y ahora, qué?