El ejercicio de improvisación literario titulado "PRODUCCIÓN EN CADENA" consistió en crear 18 textos colectivos. Cada participante disponía de dos minutos para continuar el relato. Disfrutad de estos cadáveres exquisitos, de los cuales aquí colgamos el segundo:
Cuaderno literario de Carolina
El color del arco iris
Un día lluvioso, entre la multitud de la manifestación, visualicé un cartel que me llamó la atención. Sentía que era alguien conocido que anunciaba... Como si hubiéramos estado juntos en otro momento, en otro lugar... ¿Almas gemelas? A veces sientes que conoces y nunca has visto. A veces tienes la sensación de conocer a alguien que, evidentemente no conoces. Creas extraños malentendidos de una perspectiva multidimensional. Los rescoldos de las hogueras de la razón se apagan ante la experiencia del otro. No hay conocimiento menos inmediato ni más fugaz. Conocer a otra persona es casi imposible. Nunca se tiene la menor evidencia en la que sustentar un juicio seguro. Esto le dijo el juez al acusado: ¿reconoce usted su crimen?¿Qué le puede uno contestar a esta pregunta? Digas lo que digas estás vendido.
―No, señor juez, yo no lo hice. ¡No soy un monstruo, no soy un monstruo!
El juez movió los hilos necesarios para resolver la situación. Aunque dadas las circunstancias de poco más que de paños calientes podíamos hablar. En el mejor de los casos todo se estaba desmoronando. Aquello parecía el fin del mundo, el apocalipsis. Solo aquellos que tuvimos la desgracia de vivir aquella desventura nos damos cuenta del fracaso. «Se acabó», pensaban muchos. Se acabó pensó cada uno. Finito, basta, como dicen los italianos. Bing-bang, bang, Bom. Explosión. Gases liberados, ¡se acabó!, gritaron. Y adiós. Se acabó, todo fue de color azul, bonito color. Y primero pongo punto y coma, y final.
Cada vez me gustan más estos relatos colectivos.
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